La caida del caballo
Las ideas se tienen; en las creencias se está.
¿Cuantos de nosotros hemos caido del caballo?
¿no es esta una de las principales travesias a realizar por el alma, por la mente, de un homo sapiens sapiens?
¿No son estas conversiones una de los principales elementos esclarecedores de la naturaleza humana, es decir, de la mente o alma humana?
¿Cómo una misma persona puede sostener una postura, una actitud, unas ideas, y lo contrario de forma radical?
SAN PABLO
La conversión más famosa de la historia es, sin duda, la de san Pablo.
Cómo fueron los detalles de aquél hecho lo sabemos gracias a san Lucas, ... en Los Hechos de
los Apóstoles.
Cuenta este libro que Pablo era un joven y fogoso judío, llamado entonces Saúl, y que observaba con preocupación cómo se expandía en Jerusalén el cristianismo, que él consideraba una secta peligrosa. Resolvió, por lo tanto, combatirlo y no descansar hasta aniquilarlo por completo.
Cierto día decidió viajar a Damasco con una autorización especial para encarcelar a todos los cristianos que encontrara en esa ciudad. Damasco distaba unos 230 kilómetros de Jerusalén y era una de las ciudades más antiguas del mundo, en la que habitaba una importante comunidad cristiana. El viaje debió de haberle llevado a Pablo y a sus compañeros alrededor de una semana.
De pronto, y casi ya en las puertas de la ciudad, una poderosa luz lo envolvió y lo tiró por tierra. (Conviene aquí recordar que los viajes en esa época se hacían a pie, por lo que la famosa imagen de Pablo cayendo "del caballo" que tanto hemos visto en cuadros y pinturas, no corresponde a la realidad). Entonces oyó una voz que le decía: "Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?". Pablo respondió: "¿Quién eres, Señor?" La voz le contestó: "Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate y entra en la ciudad. Allí se te indicará lo que tienes que hacer".
Luz para el ciego
Pablo se levantó, y comprobó que no veía nada. Entonces con la ayuda de sus compañeros pudo ingresar en la ciudad. Así, aquél que había querido entrar en Damasco hecho una furia, arrasando y acabando con cuantos cristianos encontrara, debió entrar llevado de la mano, ciego e impotente como un niño.
En Damasco se alojó en la casa de un tal Judas, y permaneció allí tres días ciego, sin comer ni beber, hasta que se presentó en la casa un hombre llamado Ananías y le dijo: "Saúl, hermano, el Señor Jesús que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recuperes la vista y quedes lleno del Espíritu Santo". Entonces le impuso las manos, y al instante cayeron de sus ojos una especie de escamas y recuperó la vista.
A partir de ese momento Pablo fue otra persona. Un cambio impresionante sucedió en él. Ananías lo bautizó, le explicó quién era Jesús, lo introdujo en la comunidad local, lo instruyó en la doctrina cristiana y lo mandó a predicar el Evangelio. De este modo Pablo conoció el cristianismo, y llegó a ser miembro de la Iglesia a la que en un principio combatía.
http://www.san-pablo.com.ar/vidapastoral/?seccion=articulos&id=247
WAJDI MOUAWAD
"... Todo lo contrario:
esas ideas que son, de verdad, "creencias" constituyen el continente de nuestra
vida y, por ello, no tienen el carácter de contenidos particulares dentro de ésta. Cabe
decir que no son ideas que tenemos, sino ideas que somos. Más aún: precisamente porque
son creencias radicalísimas, se confunden para nosotros con la realidad misma —son
nuestro mundo y nuestro ser—, pierden, por tanto, el carácter de ideas, de
pensamientos nuestros que podían muy bien no habérsenos ocurrido.
Cuando se ha caído en la cuenta de la diferencia existente entre esos dos estratos de
ideas aparece, sin más, claro el diferente papel que juegan en nuestra vida. Y, por lo
pronto, la enorme diferencia de rango funcional. De las ideas-ocurrencias —y conste
que incluyo en ellas las verdades más rigorosas de la ciencia— podemos decir que las
producimos, las sostenemos, las discutimos, las propagamos, combatimos en su pro y hasta
somos capaces de morir por ellas. Lo que no podemos es... vivir de ellas. Son obra
nuestra y, por lo mismo, suponen ya nuestra vida, la cuál se asienta en ideas-creencias
que no producimos nosotros, que, en general, ni siquiera nos formulamos y que, claro
está, no discutimos ni propagamos ni sostenemos. Con las creencias propiamente no hacemos
nada, sino que simplemente estamos en ellas. Precisamente lo que no nos pasa
jamás —si hablamos cuidadosamente— con nuestras ocurrencias. El lenguaje vulgar
ha inventado certeramente la expresión "estar en la creencia". En efecto, en la
creencia se está, y la ocurrencia se tiene y se sostiene. Pero la creencia es quien nos
tiene y sostiene a nosotros.
J Ortega y Gasset
Primer capítulo de Ideas y creencias, de 1940
Primer capítulo de Ideas y creencias, de 1940
¿Cuantos de nosotros hemos caido del caballo?
¿no es esta una de las principales travesias a realizar por el alma, por la mente, de un homo sapiens sapiens?
¿No son estas conversiones una de los principales elementos esclarecedores de la naturaleza humana, es decir, de la mente o alma humana?
¿Cómo una misma persona puede sostener una postura, una actitud, unas ideas, y lo contrario de forma radical?
SAN PABLO
Caravaggio |
Cuenta este libro que Pablo era un joven y fogoso judío, llamado entonces Saúl, y que observaba con preocupación cómo se expandía en Jerusalén el cristianismo, que él consideraba una secta peligrosa. Resolvió, por lo tanto, combatirlo y no descansar hasta aniquilarlo por completo.
Cierto día decidió viajar a Damasco con una autorización especial para encarcelar a todos los cristianos que encontrara en esa ciudad. Damasco distaba unos 230 kilómetros de Jerusalén y era una de las ciudades más antiguas del mundo, en la que habitaba una importante comunidad cristiana. El viaje debió de haberle llevado a Pablo y a sus compañeros alrededor de una semana.
De pronto, y casi ya en las puertas de la ciudad, una poderosa luz lo envolvió y lo tiró por tierra. (Conviene aquí recordar que los viajes en esa época se hacían a pie, por lo que la famosa imagen de Pablo cayendo "del caballo" que tanto hemos visto en cuadros y pinturas, no corresponde a la realidad). Entonces oyó una voz que le decía: "Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?". Pablo respondió: "¿Quién eres, Señor?" La voz le contestó: "Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate y entra en la ciudad. Allí se te indicará lo que tienes que hacer".
Luz para el ciego
Pablo se levantó, y comprobó que no veía nada. Entonces con la ayuda de sus compañeros pudo ingresar en la ciudad. Así, aquél que había querido entrar en Damasco hecho una furia, arrasando y acabando con cuantos cristianos encontrara, debió entrar llevado de la mano, ciego e impotente como un niño.
En Damasco se alojó en la casa de un tal Judas, y permaneció allí tres días ciego, sin comer ni beber, hasta que se presentó en la casa un hombre llamado Ananías y le dijo: "Saúl, hermano, el Señor Jesús que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recuperes la vista y quedes lleno del Espíritu Santo". Entonces le impuso las manos, y al instante cayeron de sus ojos una especie de escamas y recuperó la vista.
A partir de ese momento Pablo fue otra persona. Un cambio impresionante sucedió en él. Ananías lo bautizó, le explicó quién era Jesús, lo introdujo en la comunidad local, lo instruyó en la doctrina cristiana y lo mandó a predicar el Evangelio. De este modo Pablo conoció el cristianismo, y llegó a ser miembro de la Iglesia a la que en un principio combatía.
http://www.san-pablo.com.ar/vidapastoral/?seccion=articulos&id=247
WAJDI MOUAWAD
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